Giovanni Marziano
El realismo lírico de Giovanni Marziano. El fuerte olor a trementina, a pastel, a tabaco, a marcos de madera, te rodea al entrar en el estudio de Marziano. Entre pinturas, marcos de cuadros, libros, revistas, frascos y tubos de pintura, pinceles y paletas, el encanto del estudio ejerce su poder desde el principio. El encuentro con el Artista es extraordinario por la simbiosis mágica entre lugar, pinturas y autor. No te das cuenta, si no es poco a poco, de la música de fondo, que va desde Mozart a Guccini. Se percibe un agradable ambiente de serenidad y te quedas encantado por una atmósfera intemporal. Marziano habla y te das cuenta de cuántas horas de silencio, de soledad y de reflexión inspiran sus razonamientos. Habla poco de su pintura, prefiere hacerlo de su amor por la pintura, de la suerte de haber conocido a Piero Guccione, Franco Sarnari, Sonia Alvarez y, en la campiña toscana, a Piero Vignozzi. Sus ojos, acostumbrados a mirar un poco entornados, sonríen y se velan de nostalgia al recordar a Renzo Vespignani, cuando el Maestro le dijo familiarmente: «Tienes que tutearme”. Te cuenta de Giorgio Michetti, Sergio Saroni, Massimo Pulini… Te habla de la confirmación de haber elegido el difícil camino del realismo frente a las obras del Nuevo Realismo Español, admiradas mientras éstas se exhibían junto a las suyas en la prestigiosa Galleria Marieschi de Milán, y de la sorprendente afinidad con artistas desconocidos hasta entonces, en primer lugar Antonio López García y Guillermo Muñoz Vera. A continuación te habla de la visita de Paola Forni a su estudio y del inicio de una corta actividad de exposiciones en la Galería Forni de Boloña, lugar de interés, desde hace años, para los mejores conocedores de la figuración más refinada. Aún expresa nostalgia discutiendo de los años del Realismo existencial de Gianfranco Ferroni, de Giuseppe Banchieri. En sus palabras, puedes desandar los caminos de los últimos treinta años de la pintura italiana, y sin misterios, identificas los puntos de referencia, los compañeros del artista de Calabria. También descubres que, a pesar de vivir en la frontera de Europa, no se ha perdido nada del debate artístico que se ha ido articulando con el tiempo. Es más difícil conseguir que Marziano hable de sí mismo, pero cuando lo hace, como en sus pinturas, desnuda su corazón. La actividad artística de Giovanni Marziano se fundamenta en aquel clima especial que caracteriza el período inmediato a la posguerra, el mismo clima que marcó para siempre a artistas como Vespignani y Ferroni. Pero con diferentes efectos. Vespignani y Ferroni habían vivido los horrores de la guerra, habían vagado en los escombros humeantes de sus ciudades, preservando sin duda un sentido dramático de la existencia. Marziano, que pertenece a la siguiente generación, pudo leer en los ojos de los adultos las heridas del pasado reciente que debía ser olvidado y creció en los años de la reconstrucción material y moral del país. Se ilusionó con un futuro de paz y prosperidad. Sin embargo, en sus recuerdos de infancia, quedarán para siempre fijados los arañazos de una época, llamada «milagro económico» en el Norte y «Fondo para el Sur» en el Sur, con una brecha que, aún hoy, es tristemente obvia. Los patios de las viviendas (el llamado «Piano Casa» de Fanfani), la roya en las escaleras, el esmalte desconchado por la infiltración temprana de agua de lluvia, musgo en los techos de tejas, las primeras antenas de televisión, las viejas puertas de viejos bajos abandonados: he ahí el repertorio que, desde su adolescencia, caracteriza la obra pictórica de Giovanni Marziano. Participación pictórica temprana, herencia genética de su padre, juez de día, autor reservado de refinados pasteles en el silencio de la noche. Con los pasteles, Marziano hereda de su padre el sentido de la pintura como un lugar de la poesía y de la modestia, de la discreción y la elegía. Incluso hoy en día, después de cincuenta años de intensa actividad artística, algunos de sus cuadros llevan el título de «Diario secreto», lo que confirma una vocación constante a la introspección y el realismo lírico. Como páginas de la misma historia, con un sello fuertemente autobiográfico, las pinturas de Marziano siguen siendo un valioso registro de sueños, esperanzas y decepciones, soledades y amores de un artista cada vez más apreciado.

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«Case al sole» olio su tela cm 70×100

Giovanni Marziano

«La scugnizza» olio su tela cm 80×100 – dettaglio

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«Ridi pagliaccio» pastello su cartoncino cm 70×100

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«Case al sole» olio su tela cm 50×70

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«Il pensionato» olio su tela cm 100×100

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«Rose» olio su tavola cm 50×70

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«L’immagine strappata» olio su tela cm 50×70

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«Vecchia bicicletta al sole» olio su tela cm 100×100

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olio su tela cm 70×100

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«Eskimo» olio su tela cm 100×150

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«Arance» olio su tela 30×60

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«Aratro» olio su tela 40×80

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Fuente: Giovanni Marziano

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